miércoles, enero 11, 2006

My little boy

El viento me acaricia. Es una sensación agradable, aunque aquí arriba hace frío. Pero creedme, no puede ni compararse con el frío que siento en mi interior. Es el escalofrío que me causa el saber lo que está por llegar. Es el terror de lo que voy a desencadenar. ¿Habéis deseado alguna vez no haber existido? ¿Sabéis qué es desear la propia muerte, y a la vez estar aterrada con la idea de morir? Así me he sentido desde que nací. Desde que me hicisteis nacer.

Sueño cada día y cada noche en mi mortal espera el momento de mi muerte. Me odio. Sí, habéis hecho que me odie, que sienta que mi existencia no servirá para nada más que para traer la muerte y el sufrimiento a otros. ¿Cómo, vosotros que me habéis creado, habéis sido capaces de crear tantas y tantas cosas buenas? ¿Cómo creerlo, si mi mera existencia no me prueba más que vosotros, y sólo vosotros, sois los monstruos que acechan en este mundo?

El aire del abismo sin fin que se abre a mis pies ya no me parece tan agradable. Pero es que nunca había sentido la mordedura del viento, ni del frío. Sólo la oscuridad de mi cuna, escondida bajo tierra, entre hombres que alardeaban de su inteligencia, de su patriotismo, de su deber. Pero algo debía estar fuera de lugar, porque hace dos noches oí a uno de mis padres llorar. Creo que fue cuando se enteró que otros habían decidido emplearme. Siempre son otros los que deciden. Hombres con corbata y sin corazón que visten impecable para no mancharse las manos de sangre. Eso es lo que me dejan a mi. ¿Y qué les importo? ¿Y qué les importan los inocentes que van a morir por mi mano?

¿Acaso mi grito será vano? ¿No será más que un aullido de dolor? Dejadme morir, pero dejadme morir sola. No me hagáis morir con inocentes, no me carguéis con sangre. ¿Por qué? ¿Por qué soy lo que soy? ¿Cómo vosotros, que decís que defendéis a la gente, a lo que es bueno, a un dios que dice estar lleno de amor... Cómo habéis sido capaces de crearme?

No, jamás debí existir. Jamás. Este fresco que siento a mi alrededor, ese azul que veo a lo lejos del océano... Toda esta belleza que es navegar entre las nubes de un cielo azul, esos destellos de este amanecer que nunca antes vi... Puedo ver la belleza de este, vuestro mundo. Puedo ver que mi muerte sólo traerá la desolación, el sufrimiento, y más y más muerte.

Así que os maldigo. Que mis lágrimas no derramadas caigan sobre los monstruos que me idearon, sobre los hombres que se ampararon en sus deberes y obligaciones para parirme. Nunca permitáis que se llamen hombres a sí mismos. Nunca permitáis que creen a más hermanas mías. Nunca permitáis que otras como yo deseen su muerte.

Porque yo soy la muerte, la muerte que llega desde los cielos y que teme morir acompañada. Dejadme morir sola. Es todo lo que os pido. Pero ya es vano.
Sí, ya es vano porque la hora de mi propósito ha llegado. Veo a lo lejos las casitas, los edificios... La paz que voy a quebrar. Las vidas que voy a segar. Mis riendas están libres. Mi último viaje ha empezado, y mi descenso a los infiernos ha llegado.

Adiós a todos. Yo os maldigo. Os maldigo, por haberme hecho odiarme como me he odiado. Os maldigo por no haberme dado muerte en solitario. Por haberme cargado con la sangre de vuestras manos. Os maldigo... Y lloro por vosotros. Porque llegará el día que mis hermanas, vuestras hijas, os darán el cálido beso de su muerte. Ojalá me equivoque, pero para mi la esperanza ya no es algo que exista. Dejó de existir cuando nací.

El suelo está cerca.

Veo a niños. Morirán

Veo a ancianos. Morirán.

Os odio.

Últimos pensamientos de Little Boy antes de caer sobre Hiroshima

8:15 a.m. del 6 de agosto de 1945

70.000 personas murieron en un instante

Otras 70.000 personas murieron por causas de la radiación en los siguientes cuatro años

Aún hoy los efectos malignos de la radiación se manifiestan en los descendientes de los supervivientes de la primera bomba atómica lanzada sobre población civil